Seguramente
pensaba que iba a ser un día normal. Que iba a sacar agua del pozo de Jacob e
iba a seguir su rutina. Pero no fue así. La mujer samaritana se encontró con la
triste realidad de su vida, con los errores de su pasado, y con su inmensa
necesidad de un Salvador. Cuando nos acercamos a Jesús, también como ella,
enfrentamos quienes somos, de dónde venimos, y lo que necesitamos… La Biblia
dice en Juan 4:4, “Y le era necesario pasar por Samaria.” Para Jesús era más
importante este encuentro que cualquier otra cosa. El planeo, escogió, y con
detalle llevo a cabo su plan. Y, cuáles fueron los resultados? Una vida
trasformada, llamada a un propósito, y llena de esperanza! Esta historia es
como la nuestra. Sin embargo día tras día veo mujeres estancadas junto al pozo.
Quizás hemos tenido un encuentro con Jesús. Hemos escuchado Sus palabras. Hemos
enfrentado nuestro pasado. Hemos recibido perdón. Pero nos hemos quedado ahí.
Junto al pozo.
Por muchos años
viví sintiéndome culpable, atada, y debilitada ante los errores de mi pasado. A
pesar de tener encuentros con el Señor en los cuales sentía Su amor, Su perdón,
y Su paz, no me movía de ese lugar. En algún momento llegue a pensar que me
quedaría junto al pozo, escuchando Su palabra, recibiéndola, y aprendiendo de
ella cada día. Pero que equivocada estaba. Que engañada estaba por el enemigo.
Eso es exactamente lo que él quiere. Limitarnos. Hacernos sentir que no somos
suficientes. Culpabilizarnos. Paralizarnos.
La Biblia
dice en 2ª Corintios 3:5 y 6, “no que seamos suficientes en nosotros mismos
para pensar que cosa alguna procede de nosotros, sino que nuestra suficiencia
es de Dios, el cual también nos hizo suficientes como ministros de un nuevo
pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu
da vida.” Sabemos que no somos suficientes, que todo lo que somos es por El,
pero no podemos quedarnos en el pozo recibiendo Su palabra solamente. Él nos ha
dado Su Espíritu para mostrar Su poder.
La mujer
samaritana recibió la revelación de quien era Jesús! Se dio cuenta que estaba
parada delante de Él que perdonaría su pecado, sanaría su pasado, y transformaría
su vida por completo! Entonces ella actuó y volvió a su casa y conto sobre su
encuentro con Jesús. Y en el versículo 39 del mismo capítulo 4 de Juan leemos,
“Y de aquella ciudad, muchos de los samaritanos creyeron en El por la palabra
de la mujer que daba testimonio, diciendo: Él me dijo todo lo que yo he hecho.”
El Señor quito la vergüenza de esta mujer, el temor, las ataduras de su pasado.
Ella testifico, ella fue más allá del pozo y comprendió su llamado.
A los 18 años
escuche la voz del Señor que confirmaba su llamado para mi vida. En ese momento
estaba apartada del Señor y muy dolida y confundida por situaciones familiares.
Sin embargo, con los años fui tomando pasos más allá del pozo. Fui caminando
permitiendo que el Señor me cambiara, me liberara, desatara las cadenas que me
ataban y demostrara Su poder atreves de mí. Han pasado más de diez años y puedo
decir confiadamente que estoy cumpliendo mi propósito, el plan perfecto que el Señor
tenia para mi vida y también sé que viene más!
Hermana,
amiga, no te detengas en el pozo. Recibe día a día, pero avanza en Su
propósito. Él ha diseñado tu vida para creer y hacer. Veras lo que el Señor hará
por medio de tu testimonio, de tu obediencia. Los versículos 41 y 42 dicen, “Y
muchos más creyeron por su palabra, y decían a la mujer: Ya no creemos por lo
que tú has dicho, porque nosotros mismos le hemos oído, y sabemos que este es
en verdad el Salvador del mundo.” Hay esperanza para muchos más si tan solo
cumples tu propósito, si tan solo vas más allá del pozo!
-Adriana
Marin